Para el año 2006 siete militares tuvieron que enfrentarse a una investigación que los llevó a estar privados de la libertad durante casi una década. Así fue como el teniente Ríos se reencontró con su pasado musical. Este palmirano, nacido en junio de 1983, vio en la enseñanza de instrumentos musicales un escape a la realidad de los reclusos, lo que, con el paso de los años, resultó en un proyecto que llevaría por nombre ‘Banda 72 horas’. 

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Christian Alfonso Ríos Moncayo, siendo apenas un niño, desarrolló profundo gusto por la guitarra, el bajo, la batería y, además, el canto. Los instrumentos que, como él mismo dice, son básicos para su género musical favorito: el rock.

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 “Soy una persona disciplinada, juiciosa, me gusta leer demasiado, me gusta la música desde pequeño. Me gusta cumplir con las metas y proyectos que me propongo (...) salir adelante y cruzar los obstáculos que se presentan en la vida de la mejor forma posible. En este camino me ha tocado un poco difícil”. 

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Por ‘este camino’ se refiere a las circunstancias que debió enfrentar en su paso por el Ejército. Su historia en la fuerza pública inició cuando ingresó a la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova en el 2000. 

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“Fui un oficial formado para afrontar las situaciones adversas del conflicto que para el año 2003 eran un poco complejas. Para ese momento la estrategia de las fuerzas militares era una estrategia frontal alrededor del Plan Colombia”.

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Su carrera como oficial lo llevó a conocer, de primera mano, los problemas de la época en varias regiones del país: Valle del Cauca, Cauca, Arauca y Antioquia, y, con ello, a recibir dos heridas en combate. No obstante, tras llegar al Batallón de Ingenieros en Bello, Antioquia, se desencadenó lo que lo llevaría a enfrentar el momento más difícil de su vida y, al mismo tiempo, a reencontrarse con su amor de la infancia: la música.

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Después de haber detenido a cuatro jóvenes de la Comuna 13 de Medellín acusados de violación, el teniente Ríos y otros militares a su mando fueron denunciados por, presuntamente, haber torturado a los jóvenes capturados. 

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“Nunca entendimos los móviles que motivaron la investigación contra nosotros. En este proceso jurídico duramos dos años y luego hubo un fallo condenatorio. Duramos entre 9 y 10 años privados de la libertad por algo que no hicimos”.

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Y es así como en el 2014, en medio del encarcelamiento, la música se convirtió en un refugio. La música fue un medio para sensibilizar a la sociedad sobre la forma en que se ve a los militares y, además, para contribuir al proceso de paz, contando no sólo su historia sino la de otros soldados recluidos.

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“Desde niño tuve una formación musical. Antes de entrar al Ejército el tema de la música no tenía mucho que ver. Yo creo que Dios sabe cómo hace sus cosas y por eso le da a uno dones, para emplearlos en el momento que es. Yo había empezado con el proyecto musical en la cárcel de Tolemaida, y con otro teniente empezamos a enseñar a los reclusos”.

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El teniente cuenta que, luego de ser trasladado de la cárcel de Tolemaida a la de Bello, se encontró con el teniente Torres. Se habían conocido en sus tiempos de estudiantes de la Escuela Militar y, por coincidencia, al igual que él, Torres sabía tocar la guitarra. Como por cosas del destino, la cárcel de Tolemaida donde había nacido el proyecto musical fue clausurado y los militares allí detenidos también fueron trasladados a Bello. Así fue como el teniente Ríos retomó el proyecto que le había permitido soñar, y con sus miembros originales.

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“Dijimos como ‘bueno, vamos a tocar en las misas’, pero yo me di cuenta de que le faltaba algo más. Tenía que tener más impacto, entonces le dije a Torres ‘¿por qué no escribimos sobre memoria histórica? contemos nuestras historias en el conflicto, para que la gente se entere’. Ahí empezó todo”.

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Justo en ese momento apareció la voz femenina de la banda, Diana, quien era la terapeuta ocupacional del centro de reclusión. Luego de contarle la idea y acompañarlos a un par de ensayos, aceptó ser parte y hasta les ayudó a conseguir el salón de música. Así surgió la Banda 72 horas, con ocho integrantes: los tenientes en retiro Christian Ríos y Andrés Torres, la terapeuta ocupacional Diana González, el soldado profesional Norbey Tirado, los soldados regulares en retiro Elkin Motato, William Lemeche y Jhon Ríos, y el guitarrista Cristian Parada.

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El nombre de la banda pretendía dejar en claro que se trataba de personas que estaban privadas de la libertad. El permiso de las 72 horas permite a la persona -bajo ciertas condiciones- salir de la prisión, por un periodo de hasta 72 horas, sin vigilancia alguna. El teniente Ríos asegura que “72 horas es el máximo beneficio al que aspira un privado de la libertad, es sinónimo de libertad y tranquilidad. Eso era lo que queríamos transmitir cuando la gente nos escuchara”.

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Luego vino el proceso de composición, ensayos y grabación de las canciones. Se tardaron tres años en producir las cinco canciones del álbum, buscando apoyo de un lado para otro.

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Para el teniente Ríos la música ha sido sinónimo de reunión. Tumba muros, permite el reconocimiento del otro y facilita la memoria histórica desde el perdón y la reconciliación. De hecho, desde su perspectiva, la Biblioteca Musical del conflicto no solo se encarga de recopilar notas e historias, sino que “aporta a la reconstrucción de la memoria histórica del país desde todas las partes, sin polarizar. Ofrece la gama completa y le dice al ciudadano que escuche y concluya a partir de ello”. 

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El teniente considera que este proyecto recopila la música de las diferentes partes del conflicto, por lo que dejará un gran legado no sólo al país, sino a la humanidad, siendo ejemplo para futuras negociaciones dentro y fuera de Colombia.. 

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“El hacer música ha significado para mí la oportunidad de conocer personas y de contar historias sobre esas cicatrices que no son sólo físicas sino también del alma. La música entra por tus oídos, pero llega directamente al corazón”.